Por: Edwin Henao Acevedo
A las 7 de la mañana, cuando Bello aún despertaba entre la neblina de este frío miércoles 4 de junio, llegó el cuerpo de Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid. Volvía a su tierra. Lo esperaban su gente, su templo y sus montañas. Regresaba para recibir el último adiós en el lugar donde todo comenzó una vez.
“Nunca dejó de ser bellanita”, dijo su sobrina, quien en medio del dolor prefirió no dar su nombre.
Aunque su vocación lo llevó lejos, su nombre, su voz y su recuerdo siempre estuvieron anclados a esta ciudad que hoy lo despide como a uno de sus hombres más ilustres.
“Era muy humano. En la diócesis de Cúcuta vivió su momento más difícil, en plena crisis migratoria, y aun así siempre buscaba cómo mejorar la vida de los demás. Aquí en Bello descansan su padre y su hermano, por eso pidió quedarse también”, recordó ella.
Ese paso por Cúcuta —donde fue nombrado obispo el 24 de julio de 2015 por el Papa Francisco—, junto con su devoción por la Iglesia y su don de gentes, es lo que más recuerda Monseñor José Roberto Ospina Leongómez, designado Administrador Apostólico del Obispado Castrense, quien sucedió a Monseñor Víctor Manuel Ochoa.
“Durante el periodo más crítico de la migración, y que se agudizó en 2020 con la pandemia, Monseñor hizo comedores, consiguió ayudas, ropa, albergues para los migrantes. Si algo lo hizo conocido a nivel nacional e internacional fue ese gran trabajo realizado en Cúcuta”, contó a El Bellanita Monseñor José Roberto.
Recordó también que compartieron el episcopado durante cerca de 19 años.
Hoy, el parque de Bello —entre los pasos que separan la Iglesia Nuestra Señora del Rosario y la que los bellanitas conocen como la Capilla Hatoviejo—, se llena de susurros de tristeza y admiración por un hombre que fue bendecido en varias ocasiones por el mismo Papa. En julio de 1986, fue ordenado sacerdote por San Juan Pablo II; el 24 de enero de 2006, el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de Medellín.

El 24 de enero de 2011 fue designado obispo de Málaga–Soatá. Luego de su paso por Cúcuta, fue nombrado obispo castrense en 2021, ministerio que desempeñó hasta su fallecimiento el domingo 1 de junio a sus 62 años.
Hoy su cercanía, su inteligencia y su sentido del deber, al asumir las misiones que le encomendó el Papa, son recordados por familiares, amigos y feligreses.
Esta tarde, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid será despedido en medio de una solemne eucaristía de exequias, que se llevará a cabo en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario y estará a cargo del presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, el arzobispo de Cartagena, Monseñor Francisco Javier Múnera.
Un último adiós a un hombre, un sacerdote y un servidor que pidió, en su lecho de muerte, ser despedido en la ciudad que lo vio nacer -el 18 de octubre de 1962-, al lado de sus seres más queridos: su padre y su hermano, quienes reposan en la cripta de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario.