Por: Edwin Henao Acevedo
“Imagínese que yo llevo 25 años viviendo en Bello… y desde entonces vengo a comer aquí”, dice Margarita, una de las tantas clientas fieles que cada mañana se sienta en una de las mesas de la Cafetería El Nogal. Y es que en esta esquina, una de las que circundan el Parque Santander de la ciudad, no solo se sirve comida. Se sirve historia.
En plena zona central de Bello, este lugar se ha convertido en punto de encuentro, tradición y sabor para generaciones enteras. Fundado hace 43 años por José Luis Pérez Cardona, en compañía de su hermano y su familia, empezó como un pequeño local de un solo piso, cuando aún “todo esto era puro pueblo”, como recuerda su administrador actual, Guillermo Espinosa.
Hoy, aunque el espacio creció, la clave que los ha llevado al reconocimiento sigue intacto: la calidad, la calidez y el amor por servir a todos los que allí quieren llegar. “Don Luis se preocupó siempre por tener la mejor materia prima, por eso seguimos acá”, cuenta Guillermo.
Aunque no desconocen que la sazón de sus tamales se volvieron la especialidad de la casa, también las orejas de cerdo tienen clientela fija desde el desayuno hasta el almuerzo.
Durante la pandemia, la familia no pensó en cerrar ni en despedir empleados. “Don José Luis nunca pensó en salir de los trabajadores. Fue un hombre muy humano”, agrega Guillermo. Incluso, nunca antes habían servido domicilio. Eso se los enseñó esa época en la que también tuvieron que cerrar por meses y en los que El Nogal salió adelante como siempre. Hoy, las hijas del fundador siguen al frente, manteniendo vivo su legado.
Por otro lado, Fernando Pérez, creador del negocio y quien se lo vendió a don José Luis, aún cocina allí. Él le contó a El Bellanita cómo fue que le pusieron al restaurante ese nombre: “Yo lo puse El Nogal porque es un árbol fino. José Luis quería llamarlo ‘charcutería’, pero yo le dije: esos montañeros de San Pedro no van a saber qué es eso. Mejor cafetería. Y así se quedó hasta hoy”.

Y es que este lugar, además de ser tradición para nuestro municipio, no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma de quienes lo visitan. Muchos llegan allí solo para sentirse acompañados en familia, con viejos amigos y especialmente de la buena sazón. Ha sido tanto su reconocimiento en Bello, que hasta el Concejo de Bello les hizo una mención especial por su aporte gastronómico a la ciudad, casi hasta el punto de nombrarlos patrimonio culinario del municipio. Hoy esta cafetería no es solo un espacio para comer o tomarse un buen tinto.
Es un pedazo vivo de Bello, servido con cariño durante más de cuatro décadas… y con muchas más que esperan vivir aquí.