A Juliana la conocen por los colores que escoge y por la sonrisa que dibuja en cada muñeco. En una mesa del segundo piso de Parque Fabricato, entre lanas y tijeras, la conocimos. Esta joven —que tiene síndrome de Down— muestra con orgullo el prototipo que diseñó: el huevito terapéutico. Esa pieza, pequeña y cálida, nació como una respuesta familiar a sus deseos ilimitados por cumplir sueños y hoy es el hilo que conecta su creatividad con la comunidad bellanita.
El talento bellanita da para todo. En este municipio de más de 500 mil habitantes hay tantas historias como manos que crean; justamente esta es la de Juliana y su mamá, Martha Díaz, quienes impulsaron @amigurumis_malu desde la necesidad hasta convertirlo en un negocio familiar que ha participado en múltiples ferias. “Nació de la necesidad de una madre cabeza de familia con su hija con necesidades especiales”, cuenta Martha, y esa necesidad se volvió oficio, terapia y, pronto, hasta un proyecto literario compartido.
Juliana y el huevito terapeútico que la sacó de la ansiedad
Para Martha, ver a Juliana transformar su condición en creatividad ha sido una alegría constante: “Para mí ha sido un regalo enorme. Ver cómo Juliana ha transformado sus retos en una fuente de inspiración me llena de orgullo y esperanza.
Todo comenzó cuando descubrimos que el tejido no solo era una forma de crear cosas bonitas, sino también una terapia para nuestra concentración, motricidad y emociones.” Juliana, un poco tímida, lo resume de esta manera: “A mí me gusta participar en el emprendimiento porque me hace sentir tranquila, feliz, y me gusta ver cómo quedan los muñecos.”
El huevito terapéutico nació de esa observación íntima: “Ella necesitaba un objeto que le ayudara a canalizar la ansiedad y mantener la calma, algo suave, bonito y funcional. Así fue como comenzamos a tejer los primeros prototipos, y Juliana participó escogiendo los colores, las texturas y hasta los detalles.”
“Elegí los colores y dibujé el huevito, quería que fueran alegres y suaves”, cuenta Juliana. Ese diseño hoy acompaña a personas que buscan calma y rememorar la ternura de la infancia.

El emprendimiento que hoy es ejemplo de resiliencia
Este emprendimiento, que nació como un escape frente a la condición de Juliana, dio hasta para escribir un libro. Una obra que pronto verá la luz y que reúne esas manos y esas voces que ellas, por tantos años, han expresado.
El libro cuenta el proceso creativo, las pequeñas victorias y los desafíos de una madre y su hija que aprendieron a escucharse. “Hemos tenido que aprender a escucharnos, a tener paciencia y a confiar en los tiempos de cada una”, dice la mamá. La hija agrega: “Yo sueño con tener una tienda llena de muñecos y que todos sean felices con ellos.”
Si la historia de Amigurumis Malú logra abrir un espacio más para la inclusión en Bello, será, como ellas esperan, la demostración de que la ternura puede transformarse en trabajo, en comunidad y en futuro. Pero, sobre todo, que ninguna limitación es impedimento para alcanzar los sueños cuando brotan del amor y la confianza en familia.








